Aquellos que nos adentramos en una vía espiritual, puede haber momentos que nos confundamos con aquello que sentimos y aquello que vivimos.
Integrar la funcionalidad en un mundo dual con un Ser que no es dual.
Para empezar entendamos que nada sucede fuera de nosotros, de uno mismo. Y con ello no digo que no exista el mundo que nos rodea. Cualquier situación de vida que sucede en relación con uno mismo es percibida por el organismo, por los sentidos. Y es procesado por el cuerpo convirtiéndose en una experiencia.
No importa que la experiencia sea externa o interna. Ella es percibida por un “YO”. La vivencia de “tú”, “él, ella”, etc., surge de un “YO”.
Si podemos entender lo dicho en el párrafo anterior, es más fácil entender que no hay nada que suceda fuera de uno mismo.
Sigo con las siguientes preguntas. “¿Quién está leyendo este escrito?”.
¿Los ojos?, ¿el cerebro? Etc.……
¿Quién se da cuenta?
Estoy seguro de que siempre llegamos a la misma respuesta.
La espiritualidad radica en esta simplicidad, en darse uno cuenta quien es ese “YO” más allá de toda identificación.
La espiritualidad no son los rituales o los fenómenos que surgen en un éxtasis.
Observar “¿quién soy YO?” Y tener la respuesta en la que no hay idas y venidas.
Mientras hay idas y venidas, ello, es el juego de la mente.
Veamos que podemos entender por funcional.
Funcional es todo aquello que tiene la función de accionar para la supervivencia de este cuerpo-mente y las acciones que realizamos para realizar aquello que imaginamos. Todo esto está en el mundo fenoménico. Aparece y desaparece.
El siguiente punto es darse cuenta de que lo fenoménico, aquello que sucede dentro y fuera de mí, no está separado de ese YO que se da cuenta.
Tenemos un yo orgánico sujeto al mundo fenoménico que siente y percibe a través de los sentidos. El cuerpo se acciona y reacciona en función de lo que percibe. Con este cuerpo nos relacionamos con el mundo. La percepción de este cuerpo puede ser tan fuerte, que es muy fácil identificarnos con las sensaciones resultantes de estar vivo en un lugar con una forma. A ello le llamamos Ego.
La identificación con el cuerpo y lo que sucede en él, empieza en la infancia. Es un proceso natural de supervivencia.
También vamos creando una personalidad, un personaje que nos ayudará a movernos en este mundo. Y ello también es funcional.
La vida siempre nos deja un margen de acción en el que podemos funcionar diferente a lo que hemos hecho hasta ahora. Para ello hemos de realizar el ejercicio de acoger aquello que hemos sido sin juicio alguno. Pues, es el punto de partida que nos impulsa ahora.
Que las cosas sucedan de una forma u otra no es problema, ello sucede igualmente a pesar nuestro. En cada instante estamos actuando de la mejor forma que sabemos. Una acción viene por un sentir interno que impulsa a esa acción. Muchas veces nos quedamos más en el resultado que en el sentir o en la autoobservación de quien ha hecho la acción, quien se ha dado cuenta.
Cuando giramos la mirada al interior, podemos observar quién es uno mismo. Ello nos da una perspectiva que hace cambiar la cadena de reacciones que nos atrapa.
Si lo fenoménico es la acción, la emoción o la sensación. La autoindagación es ir más allá y observar, quién hace la acción, quien se emociona y quién siente.
Alfons Molina
03-10-22
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