Es en este cuerpo donde habitamos el que nos da la experiencia de vida. Sin este cuerpo no hay experiencia. Estamos e una dimensión de espacio/tiempo, necesaria para que la vida se dé.
Para la mente la concepción del tiempo y espacio puede ser muy diferente.
Y para la consciencia no existe el espacio ni el tiempo.
¿Cómo hacemos para conectar esta trinidad?
En realidad no hay nada que hacer. Ya están perfectamente interconectados. La única acción es darnos cuenta de ello.
Hablamos mucho de la consciencia y de la presencia. Y ninguna de ellas se puede entender si se queda en un concepto. La experiencia es fundamental para la comprensión de aquello que difícilmente tiene una explicación.
La presencia la sentimos en nuestro cuerpo. Este siempre está presente. Aunque no estemos atentos, está para recordarnos qué es ahora cuando estoy respirando. Es ahora cuando estoy sintiendo el dolor o el placer. Y nos recuerda que es ahora que estamos vivos.
Al igual que el cuerpo siempre está presente. La Consciencia siempre ha estado, está ahora y estará cuando este cuerpo ya no esté. La gracia de la vida es hacernos conscientes de la propia Consciencia a través del cuerpo dónde se expresa.
La gracia de esta vida es este cuerpo que nos permite sentir el amor y la conexión con el próximo.
Bien!. Una vez dicho lo escrito podemos seguir donde estábamos. Y ello no es ningún problema. Es un buen comienzo si me doy cuenta de ello. Tal como estás leyendo este texto, ¿puedes observar por un momento la sensación del cuerpo? Si es necesario deja la lectura.
Sin ningún tipo de juicio. Observa como te sientes.
A partir de aquí podemos ir ampliando la percepción del espacio donde nos encontramos, los sonidos y las emociones que van surgiendo en este transcurrir continuo. Emociones que podremos ver que aunque son mentales tenemos la percepción de ellas a través del cuerpo.
Una preocupación si no es sentida no la podemos percibir. Si no, intentad tener una emoción sin sentirla. Veremos qué es complicado.
Y si queremos sentir una emoción y sentirla en el cuerpo, veremos que tenemos que evocar o imaginar algo que lo suscite.
De esta manera podemos ver cómo están unidos el cuerpo y mente.
Tenemos el sistema autónomo de respuesta que nos protege de los peligros. Este sistema funciona de manera automática cuando el cuerpo se siente amenazado. En la mayoría de los casos la situación de emergencia ya pasó, pero nos quedamos con la historia mental que continúa activando estos mecanismos.
En este preciso momento que estamos leyendo este texto, lo más seguro, es que no haya ninguna emergencia de la que tengamos que protegernos. Al igual que sí podemos parar un momento para observar lo que estamos sintiendo, seguramente no nos encontramos en una situación de emergencia para nuestra integridad física.
Desde esta posición nos podemos dejar sentir. Sentir el cuerpo, la respiración y lo que surge de la mente. Nos podemos apoyar en la respiración como punto de atención para ir ampliando el campo de percepción. No hace falta entender nada que esté sucediendo en este momento. Dedicamos un tiempo a la percepción sin dar fuerza a nada que pueda surgir del metal. Si nos mantenemos, podremos ver el movimiento de las sensaciones buscando un equilibrio. Nos seguimos manteniendo en la observación presente dejando que el flujo de pensamientos y sensaciones se expresen sin retención. Cuando la mente toma mucha fuerza, siempre podemos poner más atención en las sensaciones del cuerpo, en la respiración sin rechazar nada que esté sucediendo, acogiendo todo aquello que surge de la mente.
El mental, cuando no se le da conversación, se aburre y tiende a callarse.
En este campo de indagación, es la práctica lo que hace que se vaya estabilizando este trinomio de mente, cuerpo y consciencia.
La práctica nos puede venir de diferentes filosofías y formas de pensar. Para aquellos que queremos hacer indagación e ir más allá de una relajación, es la autoindagación en la consciencia la que nos lleva a experimentar estados de existencia libres de condicionamientos.
Y con todo ello. Os digo desde donde siento. En este momento en el que la ciencia se está convirtiendo en la religión por excelencia y se está metiendo con la neurociencia en todos los campos de investigación personal, no hay ciencia que pueda darle explicación a nuestra consciencia. Intentar encontrar una explicación en la ciencia de cómo estoy sintiendo es una de las limitaciones a nuestra libertad más grandes en las que nos vamos a encontrar en este nuevo periodo de la humanidad.
No estoy menospreciando la ciencia. Gracias a ella hemos podido evolucionar y solucionar muchos de los problemas que la vida nos presenta.
Nisargadatta. «La sabiduría dice que soy nada. El Amor dice que soy todo. Entre los dos, mi vida fluye.»
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