Cuando el silencio nos rodea, solo queda lo más real, la realidad de nuestro estar, de nuestro sentir. Un pensamiento, una imagen mental. Tan irreal, tan poco tangible como pueda ser la niebla.
Esta niebla, estos pensamientos, se disuelven por ellos mismos dejándonos ver el sol.
El grado de importancia que le damos es lo que conocemos como sufrimiento, mal estar.
Dejado estar, dejado ir.
El sol siempre sale.
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